En la casa de los Cuello, en Yerba Buena, el martes a la noche no se respiraba aire. En la pantalla, Pablo —el mayor de los hermanos— subía por primera vez al escenario de La Voz Argentina y el corazón de toda la familia latía como nunca. “Son tantas emociones que uno no lo puede procesar del todo porque es todo muy dinámico, entre viajes y preparación… Un orgullo total por nuestro chiquito”, confiesa su padre, también llamado Pablo. Junto a él, Magdalena, la mamá, y sus dos hermanos menores —Ignacio (14) y Lourdes (10) — vivieron la presentación con los nervios a flor de piel y una felicidad imposible de contener.
El debut de su hijo fue un momento bisagra. No solo por la exposición, sino por lo que representa para quienes lo conocen de toda la vida. “Acaba de egresar de la secundaria y nos da escalofríos lo que puede venir. Pero es su pasión, y sus hermanitos, su mamá y yo todo el tiempo lo apoyamos y aconsejamos en lo que podemos”, dice. La casa —cuenta— se llenó de alegría. “La verdad que me impresionó la tranquilidad y concentración desde que pisó el escenario, mientras Magdalena y yo temblábamos de los nervios, sin saber cómo resultaría”.
El escenario no lo intimidó, y los elogios de Soledad, Miranda y Lali Espósito no tardaron en llegar. Pero para su familia, Pablo siempre fue así: auténtico y sereno. “Es lo que se ve en la pantalla: un tipazo simple, transparente, empático, siempre de buen humor y con una sonrisa. Cambia el clima de cualquier lugar al que llega. Es sumamente leal, cariñoso, buen amigo y buen hermano”.
Un vínculo musical de generaciones
La música no es nueva en la vida de Pablo. “Canta desde muy chiquito. Se nos escapaba en peñas o festivales y aparecía en los escenarios como si fuera un invitado… yo tocaba la guitarra y él cantaba al lado mío desde los 3 o 4 años”, recuerda su papá. Su “hit” de la infancia era La llave, de Abel Pintos. “Un día, cuando su voz cambió, se puso muy triste porque las canciones agudas ya no le salían. No quiso cantar más… hasta que descubrió que con temas más graves le pegaba bárbaro”.
La anécdota de Tafí del Valle es un clásico familiar: “Una vez se quiso subir solo al escenario en la Fiesta del Queso. Le dijeron ‘no hijo, no se puede’”. El impulso artístico era inevitable.
El legado viene de antes. “Mi papá, Pablo Cuello primero, me enseñó a tocar la guitarra de muy chico. Y al ver a Pablito tan entonado, siempre lo alentaba a cantar todos los domingos. Lamentablemente mi viejo nos dejó el año pasado y no pudo verlo”, cuenta. Fue ese abuelo el que lo incentivó a postularse al programa cuando aún no tenía edad para participar.
Un hogar lleno de música
En la casa cantan todos los días. “Con cajón peruano, guitarras acústicas y criollas… pero Pablin, además de los fogones y las juntadas, le sumó equipos y micrófonos al living. Se enamoró de la canción y encontró su estilo en Frank Sinatra, Michael Bublé, Elvis Presley... ´Enrique el Antiguo´, como le dice su mamá, y le sale bárbaro”, cuenta con orgullo.
La familia siempre supo que se iba a dar una oportunidad con la música. “Estamos rodeados de muchos amigos que cantan muy bien, como Miguel Marengo que lo coucheó con mucho cariño. Siempre vimos que era distinto”.
Por eso lo acompañaron a la audición, aunque ese día no fue fácil. “Estábamos nerviosos porque rendía el ingreso a Medicina a la una de la tarde y tenía que llegar como sea. Audicionó, lo felicitaron, y se fue a rendir. Aprobó. Cuando lo llamaron de la producción para avisar que quedó seleccionado, fue todo alegría: abrazos interminables con toda la familia”.
Sin agenda, pero con alegría
Desde ese momento, la rutina familiar cambió. “Nuestras vidas este año no tienen agenda. En cualquier momento viaja, vuelve, se va otra vez. Nosotros lo acompañamos a grabar, pero todo con mucha felicidad”.
Pablo tiene 18 años y este es su momento. “Desde un principio hablamos que este año era el indicado para probar, porque esto va más allá de un hobbie. Llegará hasta donde pueda en el programa, y si no continúa, seguramente podrá estudiar en alguna academia de canto en Buenos Aires para explotar su talento”, reflexiona su papá.
Y como padre, cuando piensa en lo que sueña para su hijo, lo resume con el corazón: “Solo quiero que sea feliz en lo que haga. Que sea una buena persona, y que lo que elija en la vida lo haga a fondo y con mucho sacrificio”.